Todos los caminos , toda la sangre, negro zaino, brío en el redondel, bravura y gentío.
El olor húmedo , el sudor en la arena... el sudor de muerte se tiñe de grana...
Presagia en el aire la fiesta de la sangre , la bestia negra ,sangre en la arena, la bestia humana...El toro, joven, de casta, joven ...
Joven para morir, la gente grita en la plaza , morir por morir ... No hay sol ni sombra, solo humo y luna. Luna velada en la mirada del joven animal. Luna y cielo, no hay estrellas.
¡ Animal ! ... Animal es la voz del pueblo, el grito , la voz de la masa ... ¡ Animal !
¡ Una pistola ! - Gritan -
El toro azabache embiste alegre, la fiesta comienza, los colores le encienden.
¿ Una pistola ... para matar a quien ?
¿ A la indiferencia , a la insolencia, a la indolencia ...A la insensibilidad ?
¿ Para matar a quien ?
Comida, bebida, humo, sexo y otras sustancias... Las hembras jovenes pasean sus descarados rostros, sus ceñidos cuerpos...provocan
pronto se ajaran con formas de ánfora de barro derretido en alguna hoguera mundana.
Y caerán en desgracia como la negra noche, vestida de muerte en el tendido de la noche quiteña. Y serán como toros a la espera de la danza.
De rojo sangre...de rojo sangre las risas burlescas y las caras encendidas como antorchas en el relente de las gradas. Los palcos aclaman sus chanzas de vino chileno, de whisky de garrafa, de tortilla criolla y de tripas de puerco.
¿ De quien se ríen, del toro, del matador, o de la muerte misma que ronda ?
Los fogones se prenden para asar las piltrafas, los chinchulines los chuzos....los tajos triperos
de alguna otra victima de la vianda.
El canelazo corre de cuello en cuello, de trago en trago...para recrearse en los labios de las hermosas que aprietan sus nalgas contra la ropa marcada por sus dueños., Ajustada a sus precoces formas. Parejas amándose, tabaco mezclado con el olor de carne y fritanga
Brasas candentes que yerguen sus flamas como el pedestal a las vestales, y luego se purifican.
En la noche de las vanidades, en donde un toro joven, zaino, agoniza bajo los focos mortecinos de los neones circulares.El toro babea por los belfos, el vaho cubre sus sentidos e inunda su boca la saliva agriamarga y se tambalea, lanza suspiros de muerte, el estertor se abraza a su frente negra y ladea sus cuernos en una ultima hazaña de hacerle frente a la nada, en la que se hunde su vida, una vida corta pero llena de promesas, de gloria de honores al ser elegido, de toda la manada, para la fiesta de los sentidos en donde vende su alma.
El terror le ciega, el terror...
El toro llora, quizás llora por sus ojos negros, salvajes, inyectados en sangre como la cantaora que contempla su virginidad, mientras se escapa por las cancelas del hombre que la ciega.
Ojos bravíos, presos el terror de la muerte, a la muerte, se escapa, el toro se estremece.
Ojos negros que contemplan por ultima vez el brillo de la daga que se hunde entre el abismo y la eternidad. Antes de espirar mira el tendido , por primera y ultima vez,
el fulgor de una capa le acuna, le mece, deja de luchar y ve la luna blanca, todo blanco, ya no teme...se acabo.
Y antes de dar con sus astas en la arena húmeda, negra, desolada, la sombra de muerte le lleva bailando al chiquero, ya no siente nada, gira por ultima vez la cabeza y escapa un silbo agudo, desgarrado de su cuello, mientras se ahoga en la espuma verde, roja blanca, el jaleo del gentío apaga las luces y las sombras, ya no ve nada.
El toro baila la danza eterna,, coreografía que marca su temprana edad, aliada y traviesa, amiga de su destino. En su entrega no hay sacrificio, es un simple juego, la vida y la muerte.
Cuando el toro siente el murmullo golpear su oído en el corral, salta bravío es el tiempo del baile, le enseñaron a bailar muy temprano, su amo, el mayoral, los amigos, siempre bailaba y les hacia felices, se divertían , nunca sacaban sus armas sino sus jaleos, sus risas, sus ¡olés!
en su oído el preludio, esta vez vestido de plata, de sangre, sudor y acero.
Después del silencio, despues de los gritos, los aplausos .... Ya no queda nada que le separe de la inmortalidad.
¡ Que suerte haber sido el elegido !
El tendido aclamas y vocifera, se calienta y reclama nueva sangre , nuevo toro , para brindarle a la noche. a la luna, a la vida, no hay estrellas, la noche es joven, cinco toros esperan.
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